Que hoy sea el día...


Que hoy sea el día de la lluvia
¡muerte a los paraguas!
que sea también el del sol
que se mueran las sombrillas,
que la sonrisa defienda su alegría
que se rompa el televisor
o por favor
que apaguen las noticias.
Que sea el día del mar libertado
que hoy no trabajen los espigones
que sea el día de los ríos
de las nubes y los gorriones
el de todos los pajarillos
que hoy no vuelen los aviones.
Que afloren los jardines secretos
la ingenuidad de los niños
la juventud de los mayores,
que sea el día del aire
¡que apaguen todos los motores!
Que sea un día de noche cerrada
de liberar los botones
de deshacer las camas
que la oscuridad nos borre los labios
y que se pueda besar con el alma

El revisor

Aquí me tienes
en otra estación mirando
los luceros desconsolados
que lloran en los andenes.

A lomos de los vaivenes
paso mi vida contemplando
los ojos atribulados
que se marchan en los trenes.

Un verso

Ojalá existiera un verso
que describiese al diablo
que explicara el cielo
que expresase este atardecer
entre los jardines de mayo.
O un verso para todo a la vez
un verso para tus labios.

Lágrimas malgastadas


Con tu primera lágrima, como la luna más desnuda, me enseñaste los huesos,
con tu segunda lágrima peinaste mi tristeza y quisiste mojar al viento,
con las siguientes hiciste puñales de plata
y las ocultaste en la sangre de mi pecho.

No desaproveches más esas lágrimas,
soy insignificante como la historia que no se nombra,
imperceptible como la ausencia de las ánimas,
como la oquedad que deja una sombra.

Algo que queda

Tu eres ya camino
horizonte de mis ojos
cumbre de mi historia
algo que queda
eternidad de la memoria.

Del calvario de San Recuerdo

Y ahora recuerdo aquellas tardes
Como deben verlas los muertos
Con pájaros crepusculares
Crucificados en el cielo.

El conjuro


Hermosas deshoras
Mares peregrinos
Alma desnuda y florida
Campos de auroras
Labradores de sombras
Duermen y miran
Dueños de sueños
Caminantes de historias
Un águila reina
Muros antiguos
La primera lluvia
Espejos de la memoria
A los hombres en flor
Que lo ordenen el polvo y el viento
El ruiseñor y las simientes
Que nadie muera del último amor
Que nadie apague el fuego de su fuente.

El despertador

Donde está este amanecer de mayo
me quieren engañar en la aurora amor
cambiaron los salmos del gallo
por un estúpido despertador.

Las palabras del viento


Ahora que me detengo y miro
ya no veo las palabras del viento
con las que escribía mis madrigales
quizás vivan allá en el cielo
alejadas, con los pajarillos,
de esta cárcel de muros y cables.

Mi jardín soñado


Mi jardín soñado
No es de lirios y rosas
No es de magnolias y nardos
De jazmines o mimosas

Mi jardín soñado
No es de fuentes que brotan
De esculturas de mármol
Entre nenúfares y alondras

Mi jardín soñado
es de soles y de sombras
De ocasos y de auroras
De nuestra risa y nuestro llanto

Es de niños que se asoman
a un pequeño patio
Es de unos ojos que enamoran
Del sacrificio de tus manos

La calle más negra y al fondo la luna llena

Virgen y soledad cimera
Blasón de las soledades eternas
musa desnuda y fantasma
hada pálida, de cenicienta calavera
quimera adolescente y lejana
abre la garganta de tu ventana
al sol de todas las rameras.

En este valle


Hoy desperté en el cielo
y parecía que seguía dormido,
resbalaba el viento por el valle
y se escondía en caminos de silencio.

Hoy desperté en el cielo
abrí los ojos sin abrirlos
y vi tras la ventana
como se besaban en las gavias
las higueras y el rocío.

Tras un horizonte altivo y nuevo
resbalaba el barranco silencioso
debajo de una nube de invierno,
y entre un coro de pajarillos
hoy he despertado en el cielo.

Mirando al mar (Aguas Verdes)

Sobre el latido de este mar
Tengo los ojos perdidos
De tanto mirar, amor
Su beso frio y extendido

Gotas

La primera gotita de un querer
Fue rocío de un beso en flor
La última gotita de un amor
Será una lágrima al caer.

Siente. No pienses


Muerde la teta del dolor poeta
Desmiente la niebla
Esquiva el beso de la bruma
¡Siente!, ¡no pienses!
Enjuga el surco de la siembra
No beses nunca
los labios alargados de los cipreses
Y yace sin tumba
Sobre el trigal de la muerte

Deja que cada noche


Deja que cada noche acaricie tu cabello
Cuando los campos suspiren primavera
Deja que lo enrede entre mis dedos
Jugando con él
Haciendo flores nuevas

Deja que cada noche
Haga un nido en tu cama
Cuando los campos suspiren primavera
Deja que en mí se sostenga
Con el abrazo de mis ramas

Sueño sin orillas

Desde el mirador de los mundos
detrás de los vidrios azules
y de la vanidad de las olas
como un sueño vagabundo
el ocaso camina a paso de sombra,
se desliza con un gran silencio
como el bálsamo de quedarse dormido
como una lágrima en el desierto
y decide quien duerme
y quien se queda despierto.
Ayer me llevó hasta un sueño
un sueño sin orillas
era de la pureza lívida
de un puñado de viento,
mi cielo era azul y dormía
no había faena en el huerto
y me llevaban las golondrinas.
Volaba entre campos de largos cabellos
por las cumbres de mis valles
en la valentía de mis miedos,
y borraba de mi frente toda la locura
los senderos de la muerte
las lineas de mi amargura.
Y avanzada la cripta de la noche
trepé a su muro de gritos ciegos
y acaricié el cielo de su pelo
como si fueran pétalos de flores,
y grité: "noche, no me toques,
Con la inquietud de tus dedos".
Tuve en mi sueño mujeres de seda
vinos de dioses
la envidia de los hombres
amores de estrellas.
Resbalé por increíbles historias
acaricié los mares mas azules
sentí la sangre mas roja.
Naufragué en algún amor
oí el clamor de las caracolas
me escondí entre saetas
y alguna noche me amamantó una loba.
Dormí en las camas más hondas
en la intemperie más fría
me bañe donde nacen las olas,
fui niño y poeta
un rayito de luz, un arroyo limpio
un robinhood a jornada completa,
fui un puente de piedra
un soldado sin nombre
un ratito de lluvia
la primavera que no cesa,
supe de mundos sin dinero
de mirada sincera
donde decir no tengo
no era decir miseria,
vi a señores que no tenían nada
a mujeres sin huella
vi sus miradas vacías de calavera.
Bebí con hombres buenos
con meretrices sin cadenas
con ladrones, con princesas,
luché bajo una bandera blanca
en campos sin batallas
con mi ejército siempre victorioso
con mi ejército de palabras.
Gané algunas sonrisas
y un puñado de monedas
me quedé con las sonrisas
las cambié por las riquezas,
vi desvanecerse una vida
en la punta de una cuerda
y vi como se abría camino
entre la aridez más negra,
vi señoritos sin hambre
labradores sin tierras
vi lunas de sangre
y una o dos verdades sinceras,
viaje en barcos cansados
que nunca llevaron viajeros
que sólo anhelaban morir
cuando arribaran a puerto.
Ayer tuve un sueño
un sueño sin orillas
era de la pureza lívida
de un puñado de viento.

Cuando no había nombres

Cuando no tenían nombre
¿Como eran las rosas?
¿Eran menos oscuras las sombras?
¿más cercano el horizonte?
¿La luna a veces no era hermosa?
Que vanidoso el hombre
Poniendo nombre a todas las cosas