Llueve
hoy sombra debajo de mi árbol,
llueve
lúgubre, furiosa y cuajada,
yo que
rogaba umbría la mañana,
de
agosto un mendrugo de sol robado.
Me
abrazan sus ramas cuando me caigo,
y si
busco mi luna en noches claras,
se
apartan flexibles, disimuladas,
y me
encuadran como dentro de un halo.
Bautizado
septiembre de aguacero,
arrastra
al suelo mi frágil tesoro,
que la
lluvia cansada se ha sentado,
cálamo
a cálamo va deshaciendo
su
cumbre otoñal, su birrete de oro,
estelas
en un verde amarilleado.