Pequeña muerte dejas

                        
                        I
              Arañas Del Norte

Dejó aquella noche pequeña muerte,
blancas arañas del norte trenzaban
en mi jardín jardineras de nata
y sobre mis flores tumbas de nieve.
Deja el amanecer pequeña muerte,
pequeña muerte en aurora de plata,
en la alameda un osario de ramas
que desollan las cuadrigas celestes.
Pasando dejan perfumes mojados
el junco de la espalda retorcido,
la pupila del farol titilando,
tiemblan rotos por un viento infinito
en mi choza postigos deshojados
malheridos de defender mi estío.

                  
              
                       II
          Nubes Desplumadas

Dejó aquella noche pequeña muerte,
lloraban las ventanas empañadas
lágrimas de bruma que dejan llagas
en mi cristal, heridas transparentes.
Dejará la tarde pequeña muerte,
nubes, casi sin sangre, desplumadas,
van golpeando sus livianas aldabas
sobre las rúas lamidas de gente.
El airado viento sigue picando
con la osamenta de un castaño herido
contra mis postigos ya pespuntados,
son astas de un invierno enfurecido,
pues marzo quiere vestirle su sayo,
sayo de estampados astros floridos.

                                      

                     III
    El Invierno Mira Su Fantasma

Enhebra el primer trino un rayo imberbe,
surge la rosa como la palabra,
encerrada,  pero  alguien le pone alas,
alguien le pone fuego rojo y verde,
el verde, tierra, nace de tu vientre,
el rojo, de selene sonrojada.
Y el invierno muerto mira su fantasma,
azadas de lumbre le desvanecen.
Limó el sol el yugo de su pescuezo
a las nieves que bajaron al río
por los senderitos de los deshielos,
deshace sus trineos de espejitos
del glaciar rasgado en dos mil inviernos
por todos sus dientes marfil mordido.