Al
mismo Anubis, dios de muerte, engaño,
no
acompaño su descenso al vacío,
y
aunque no sienta dentro mi latido,
aún me
percibo de vida abrigado.
También
él, Tánatos, me anda buscando,
por su
sueño me quiere bendecido,
mas
jamás abordará mi escondrijo,
pues
vivo en la pared, dentro de un cuadro.
De
igual forma esquivo a Plutón y a Artume,
tras
mi cristal cercado de madera,
nicho
de un cuerpo que no se consume.
Si
miras mi retrato, me consuelas,
presencia
de vida que otrora tuve,
que
logra que un poco de mi no muera.