Canten plañideras del bien llorar
que mi corcel fue abatido en batalla
con mis piernas en su lomo cinchadas,
de mi armadura herida el pedestal.
Compongan trovadores su cantar
a un caballo sin montura ajustada,
sin fustas ni bridas guiando mi espada
a los sueños de jamás despertar.
Yerto, agonizabas arrodillado,
no te quisiste, orante, recostar,
y en tus crines yo abracé mi descanso,
trotamos juntos a la eternidad
como cuerpos fundidos en centauro,
que no pudiste, muerte, destrenzar.