Que
sean la yunta de mi carromato
dos
bueyes sinceros y recelosos,
que
pretenda el rumbo el más valeroso,
que
pueda contenerlo el más sensato.
Que
esboce mi yunta extendido rastro
en
membrudo barro o ligero polvo
en
paralelos surcos sin retorno,
que miren de la mano a su pasado.
Que
hacia horizontes sedosos o adustos
obligue
la coyunda el temerario
o que
el más juicioso retenga el yugo,
mas
siga esbozando mi yunta un rastro
que
ningún rastro dejan los difuntos
que ya
no son del camino escribanos.