Mi marioneta

Como brinca y brinca mi marioneta,
hilos de plata ordenan su camino,
sacudiendo su alma de rojo pino
por un sendero inquieto de piruetas.

Bajo inertes pupilas de muñeca,
vuela radiante su faldón de lino,
y va trazando sonrisas de niño
su vieja y deslavazada silueta.

Y mi polichinela gira y gira,
albedrío nimio entregan mis dedos
en las cuerdas trabadas de su lira.

Delira en su baúl de terciopelo:
Ser de Don Diego Velazquez menina,
lozanita pintada en carne y hueso.