El alma, mi retablo

Hay tantas cosas de las que hablaría,
de por qué esta mañana nace oscura,
por qué el velado cielo se disgusta,
goteando su salobre en tus mejillas.

Hay tantas cosas de las que hablaría,
del mar donde se vierte la amargura,
del río siervo que la tierra empuña
a un final innegable y sin orillas.

Sobre el cielo y el río vuelan ellos,
rebaños de vientos ya fatigados
de tanto rugir, roncos como cuervos.

Hay escasas cosas de las que no hablo,
son de fuego y escaldaron mi cuerpo,
pero pintan el alma, mi retablo.