Silbabas un nocturno,
resbalaba,
bodegones, guitarras
escondidas
reverencias de pipa y
mandolina,
abismos entre la cara y
la cara.
En los ojos de una mujer
sentada
sueñas París en su
monocromía,
música, pintores y
poesía,
y sus moradas grises
segmentadas.
Descomponías desde las
ventanas
el gris y el ocre en
papel recortado,
dabas volumen plegando
bisagras.
Cuidabas versos de Manuel
Machado,
que nadie los despojase
de su "Alma".
Tú hiciste una guerra de
hombre escapado.