Avivé
miedos de vida prudentes
cuando
noté como el sol me quemaba,
no hay
refugios que erigir en la nada
y no dan
mucha sombra las serpientes.
Devoré
las postrímeras simientes,
quemé,
hasta derretir las montañas,
no
devolví la vida que robaba,
soy
hombre nacido en el siglo veinte.
Las
olas contravinieron al viento
la
luna no las domaba en la arena
las
condenamos a huir mar adentro.
Convoqué
al espíritu ultravioleta,
soy un
hombre que dejó al mundo ciego,
soy un
hombre nacido en los setenta.